«Los analfabetos del s. XXI no serán aquellos que no sepan leer o escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender».
Herbert Gerjuoy.
Hasta la fecha, los diferentes programas de necesidades para la redacción de proyectos de centros escolares de las diferentes CCAA, relegan a los docentes a sus aulas y reservan un espacio denominado «sala de profesores» para su uso como espacio para todo, para el trabajo en común, para reuniones, para relacionarse entre iguales, para descansar y relajarse, para aprovechar tiempos muertos.
El campo de la educación no ha dejado de avanzar hacia modelos que impulsan una mayor colaboración entre docentes. De entre las seis estrategias educativas de cara al futuro, la colaboración entre docentes adquiere una importancia fundamental. Los docentes que trabajan con el mismo grupo de estudiantes deberían tener sus propios espacios de trabajo colaborativo cerca los unos de los otros.
En centros de secundaria, el enfoque habitual es agrupar a los profesores por departamentos de materias concretas. Esto tiene un aspecto negativo, y es que refuerza el modelo educativo de distribución en celdas independientes, en el que las asignaturas se enseñan de forma aislada. Va en contra del movimiento hacia la educación colaborativa, interdisciplinar. Sería ideal que el despacho de los profesores estuviera situado cerca de las zonas de aprendizaje de sus alumnos.
La sala de profesores como la entendemos ahora, un espacio común para todos ellos, debería quedar para el uso de relación social entre iguales, para descansar o relajarse en algún paréntesis de la jornada laboral, en el comienzo o en el final de la misma, pero debería separarse del uso de espacio de trabajo. No parece lógico que en una zona se esté trabajando y al mismo tiempo en otra zona del mismo espacio otros colegas socialicen en medio de una charla informal y relajada.
El objeto de rediseñar los espacios para los docentes es el de proporcionarles las condiciones para que lo hagan lo mejor posible. Por ello creo que podríamos establecer básicamente estos tres tipos de espacios:
1 – La sala de profesores propiamente dicha. Un espacio suficientemente amplio, cómodo y atractivo en el que la única actividad a desarrollar sería la de descanso, relajación y socialización entre iguales. Nada de puestos de trabajo repartidos por la periferia. Dotados de mobiliario cómodo, sillones, sofás, en el que el tiempo disponible para el descanso sea aprovechado como tal. Un espacio de 10 m2 por docente con un mínimo de 200 m2.
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2 – Espacios integrados en los talleres de aprendizaje, permeables y transparentes visualmente a las zonas de trabajo de los alumnos, que puedan utilizarse para trabajar conjuntamente con el o los otros docentes con los que se está desarrollando un proyecto conjunto, para reconducir una actividad, para colaborar entre iguales. Ofrecería la oportunidad de planificar proyectos interdisciplinares, discutir los progresos de los alumnos y compartir estrategias de aprendizaje. Una zona de trabajo conjunto para los profesores no sólo fomentaría la colaboración entre ellos, sino que también reduciría el sentido de propiedad del aula e iría en la línea del currículo centrado en el alumno. Para su diseño podrían emplearse diversos recursos arquitectónicos, que ayudaran a matizar ese espacio: el empleo de cerramientos transparentes o mediante separaciones a media altura con elementos del mobiliario, o incluso con el falso techo a diferente altura. Se trata de crear un espacio físico para incentivar el trabajo en equipos de dos o de tres docentes, bien delimitado, y a la vez accesible desde el interior del taller de aprendizaje. Con una superficie de 25 – 30 m2 para poder disponer una mesa amplia y espacio suficiente para pequeño material y equipos informáticos e impresora.
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3 – En centros de secundaria, bachillerato y ciclos formativos, espacios para reuniones de departamento y trabajo individual en el que los docentes, por materias, puedan establecer criterios y estrategias de aprendizaje antes o después de la colaboración con especialistas de otras asignaturas. Deben tener el suficiente espacio para planificar y evaluar de forma colaborativa, sin el contacto con estudiantes. Con superficie a razón de 10 m2 por persona y proporcionados al número de docentes de cada materia, modulados desde un mínimo de 20 m2.
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«Seguimos teniendo un modelo de escuela del s. XIX, docentes del s. XX y alumnos del s. XXI».
Mariela Cordero González. (Universidad de Puerto Rico)
Battleborne. (Two Steps From Hell. Battlecry. Thomas Bergersen)
Molt ben agumentat, eres un Crack
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Felicidades por el artículo , y si , todo evoluciona , la velocidad de cada cosa es diferente , pero no tiene sentido si miramos como estábamos hace 25 años y como estamos ahora , que lo espacios docentes sean los mimos . No puede ser .
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